domingo, 17 de noviembre de 2013

Un pequeño bosque, de encinas y robles, en Benavente (otoño)

Hojas del peral silvestre.
 
Últimos de noviembre, primeros de diciembre, ultimos de abril y primeros de mayo son las fechas en que los colores del bosque lucen más espectaculares.
 
Bellotas del roble.

El serbal típico de nuestra zona (sorbus domestica) tiene una coloración espectacular a mediados de noviembre.
Enmarcando el quejigo, después un pequeño (y de sabrosos frutos) madroño, luego una oscura encina, quejigos y rebollos al fondo y alcornoque a la derecha.
Madroño con frutos.

Frutos del madroño.

Serbal amarilleando.

Castaño y quejigo
Los quejigos amarillean entre las encinas y los pinos. Los rebollos ya presentan tonos ocres.
Algunos (nogal a la izquierda, nogal que no riego, y cerezo a la derecha) han perdido todas las hojas, pero el resto las mantiene cambiando sus colores.
Alcornoque a la izquierda y quejigo a la derecha.
Las gallinas picotean felices...

 






 
 
Con esta serie de fotos, pretendo concienciar a aquellos que vean esta entrada, como es posible crear un bosque, sin regar, en una zona de clima mediterráneo continentalizado (con una triste media de 420 litros anuales) y que este no tiene que ser necesariamente una triste serie de pinos piñoneros y alguna encinita. Podemos tener una variedad sorprendente de colorido en otoño y primavera, una gran riqueza y diversidad. La tierra no tenía nada más que hierba hace 10 años, y sólo era buena para garbanzos, digamos por tanto, que su calidad no era mucha. 
La cencellada en las hojas de las encinas.
 
 
Otoño del 2014













 
 
 
 









 









 
No os dejéis engañar, ES POSIBLE. Como prueba, estas fotos. Si queréis saber más, podéis entrar en el enlace que está en la parte inferior de la entrada, debajo de la foto recortada.
Enlace directo al árticulo del bosquecillo de encinas y quejigos: http://estufarusaenbenavente.blogspot.com.es/2013_04_01_archive.html